domingo, 18 de octubre de 2009

Un día con Lovecraft

Quizás fue el destino lo que me llevó a Providence. Providence no es demasiado famosa. No hay gran cosa que hacer en ella. Rhode Island es el estado más pequeño de los Estados Unidos. También es uno de los más pobres. Hay bastante marginalidad, aunque dentro de la burbuja universitaria en la que vivo apenas se percibe. Brown emplea en servicios directos e indirectos a una proporción sorprendente de toda la población de Providence. Todo el mundo que viene a este estado suele ser por motivos relacionados con Brown.

¿Alguien de vosotros había oído hablar de Providence alguna vez? Recuerdo que una vez hablé con el manubrio de Providence, y me dijo que Sonic Youth eran de allí. Pero nadie más. Para ser la capital de un estado, es bastante poco conocida. Y con razón. Como he dicho, salvo la universidad aquí no hay realmente nada. Es aburrido: tienes el centro comercial para dar una vuelta, los sábados en verano un festival que se llama Waterfire en el que encienden unas antorchas en los canales de la ciudades… y nada más. No hay una gran vida nocturna. No ves a gente por la calle (bueno, esto es una tónica estadounidense). Si estás en la “zona cero”, es decir, todas las calles que constituyen Brown, ahí sí que ves a gente, sobre todo estudiantes: gente paseando, haciendo deporte, tomando algo en un bar, trabajando en una cafetería, gente en bici, gente cenando… en fin, lo que damos por supuesto en una ciudad normal, y que aquí se convierte en algo excepcional.

Todo esto, que no es sino un adelanto de algunas reflexiones sobre la vida americana que haré en breve en el blog, viene, aunque no lo parezca, a cuento de algo. Yo sí conocía Providence. De hecho para mí estaba asociada con algo positivo, y no con el hastío o el aburrimiento imperante en esta ciudad. Providence fue la ciudad natal, y la ciudad donde vivió la mayor parte de su vida, uno de mis escritores favoritos. Para mi Providence no está asociada con Brown, sino con Lovecraft. Pero, es curioso, todavía no había visto nada relacionado con Lovecraft.

Para los que no hayan oído hablar de Lovecraft, fue un escritor de principios del siglo veinte, especializado en cuentos de ciencia ficción o, más adecuadamente, en relatos de horror cósmico. Su obra trata de los efectos que tiene en la psique humana el encuentro con entidades sobrenaturales, cósmicas y alienígenas, que son, básicamente, incomprensibles, e incluso difícilmente perceptibles en toda su complejidad, a la mente humana. Creador de los llamados “mitos de Cthulhu”, Lovecraft fue un escritor sin éxito alguno durante su vida. Su obra ha llegado hasta nosotros gracias al esfuerzo y la dedicación de muchos amigos escritores suyos con los que mantenía una gigantesca correspondencia. Murió pobre y sin ver más que un único libro suyo publicado, en una pobre edición que no tuvo éxito, para variar. Años más tarde todo el universo que había creado se popularizó en gran medida, siendo aumentado por algunos de sus amigos escritores (de gran prestigio algunos de ellos como August Derleth, Clark Ashton Smith, Robert Bloch o Robert E. Howard ). Hoy en día autores de reconocido talento con Stephen King o Neil Gaiman, no dudan en afirmar que es uno de los más grandes exponentes del terror clásico tal y como lo concebimos hoy en día.

De vuelta a Providence: como decía antes, está ciudad me aburre. No tengo muchas cosas que hacer. Me paso en casa bastante tiempo preparando las clases, corrigiendo cosas, o jugando al ordenador. Esto es producto de tres factores: que no hay grandes cosas con las que pasar el rato; que hay bastante trabajo que hacer (tampoco algo excesivo, no nos engañemos, que yo aquí no vengo a hacer meritos –hablaré de esto próximamente-); y que la gente del departamento (la gente con la que a fin y al cabo me puedo relacionar) son… en fin, olvidemos a la gente del departamento.
Dándome cuenta de que para estar encerrado en casa me quedaba en España (tampoco es que haya estado cual cangrejo ermitaño, no es eso), esta semana he tomado la sana determinación de empezar a hacer vida en la calle. A trabajar en lugares públicos, a comer un par de veces por semana fuera de casa, a hacer alguna escapada inesperada a algún sitio.

Aunque esta narración parezca ir dando bandazos como un borracho al volante, ¡don’t panic! Todo tiene un sentido. A mitad de semana ideé un plan para escapar del hastío de este lugar. Me pasaría el sábado recorriendo esta ciudad tras el rastro de Lovecraft. Un día puramente Lovecraftiano. Como dije al principio de este relato quizás fue el destino lo que me llevó a este lugar. Suele ocurrirme: me acabo hallando en lugares que están relacionados con mi vida de alguna manera u otra. Como cuando solicité una beca de auxiliar de conversación en el Reino Unido (que tuve que rechazar por venirme aquí) y me ofrecieron Kent. ¿Qué ciudad hay en Kent? Canterbury. ¿De qué trata mi tesis? De los cuentos de Canterbury. Es inútil resistirse. La vida tiene estos guiños.

De forma que me dispuse a pasar el día persiguiendo la huella de Lovecraft en esta ciudad. A mitad de semana intenté reclutar a un par de compañeros del departamento que habían manifestado su interés en este escritor, pero ni siquiera recibí contestación por correo. Así aprenderé. Imprimí un par de planos, unos cuantos mapas, un puñado de direcciones, y me dispuse a seguir el rastro del maestro.

Me levanté con todo preparado: mapas, direcciones, cámara, libreta, boli y un muñeco de Cthulhu vestido de Papa Noel obsequio de mi amigo Davit B&S. Las primeras paradas estaban, sorprendentemente, en la calle que tomo todos los días para ir al trabajar. Es más, eran edificios por delante de los cuales paso todos los días. Una sensación rara.



(Todas las citas están tomadas de http://www.hplovecraft.com/creation/sites/rhode.asp que fue, por cierto, el sitio web que usé principalmente para hacer mi recorrido)



Mi viaje comenzó en Prospect Street. Esta calle (a un triste minuto de mi casa) es la calle que recorro todos los días para ir al departamento y a las aulas. Lo primero que vi fue el número 140 de esta calle, al parecer el lugar donde Charles Dexter Ward, el protagonista de uno de los relatos más famosos de Lovecraft, nació. Se consideraba una casa embrujada en tiempos de Lovecraft.

A taxicab whilred him through Post Office Square with its glimpse of the river, the old Market House, and the head of the bay, and up the steep curved slope of Waterman Street to Prospect, where the vast gleaming dome and sunset-flushed Ionic columns of the Christian Science Church beckoned northward. Then eight squares past the fine old estates his childish eyes had known, and the quaint brick sidewalks so often trodden by his youthful feet. And at last the litte white overtaken farmhouse on the right, on the left the classic Adam porch and stately bayed facade of the great brick house where he was born. It was twilight, and Charles Dexter Ward had come home. ("El Caso Charles Dexter Ward")

No mucho más allá, otro lugar por el que he pasado todos los días desde mi llegada. El número 65 de Prospect Street es el lugar donde reside el protagonista de “El Que Acecha en la Oscuridad”. Esta también fue la casa donde Lovecraft pasó los últimos años de su vida. Es una casa pequeña y modesta.


Young Blake returned to Providence in the winter of 1934-5, taking the upper floor of a venerable dwelling in a grassy court off College Street—on the crest of the great eastward hill near the Brown University campus and behind the marble John Hay Library. It was a cozy and fascinating place, in a little garden oasis of village-like antiquity where huge, friendly cats sunned themselves atop a convenient shed. The square Georgian house had a monitor roof, classic doorway with fan carving, small-planed windows, and all the other earmarks of early Nineteenth Century workmanship. Inside were six-paneled doors, wide floor-boards, a curving colonial staircase, with Aram-period mantels, and a rear set of rooms three steps below the general level. Blake’s study, a large southwest chamber, overlooked the front garden on one side, while its west windows—before one of which he had his desk—faced off from the brow of the hill and commanded a splendid view of the lower town’s outspread roofs and of the mystical sunsets that flamed behind them... (“El que Acecha en la Oscuridad”)

Giro un par de calles y me encuentro con otra parada en mi camino. “Prospect Terrace”, al parecer uno de los lugares favoritos de Lovecraft en Providence. Este parque se menciona en “El Caso de Charles Dexter Ward”, y tenía fama de estar encantado en su tiempo.


The nurse used to stop and sit on the benches of Prospect Terrace to chat with policemen; and one of the child’s first memories was of the great westward sea of hazy roofs and domes and steeples and far hills which he saw one winter afternoon from that great railed embankment, all violet and mystic against a fevered, apocalyptic sunset of reds and golds and purples and curious greens. ("El Caso Charles Dexter Ward")

La cosa iba bien: apenas había caminado y ya había visto varios sitios relacionados con el autor. ¿Pero es Lovecraft un autor reconocido en Providence? La respuesta llegó en la propia Prospect, unos cuantos metros más abajo, al lado de la biblioteca John Hay. Una placa en el césped recuerda la figura de Lovecraft. Escaso tributo a mi juicio, aunque peor sería que no hubiese nada.


No me alejé mucho de Prospect, porque tan solo unos metros más allá me encontré con dos nuevos lugares de interés, el uno al lado del otro, en edificios casi contiguos. El primero es el “Providence Art Club”, en el 11 de Thomas Street, donde la familia de Lovecraft había expuesto en su día algunos cuadros. Justo al lado, en el número 7, Lovecraft estableció la residencia de Henry Anthony Wilcox, uno de los protagonistas del relato de “La Llamada de Cthulhu”.

My mother is a landscape painter of no little skill, whilst my eldest aunt is still more expert in this direction, having had canvases hung in exhibitions at the Providence Art Club... (Carta a Rheinhart Kleiner, 16 November 1916)

We went out to an exhibition of paintings at the Art Club, (the colonial house in hilly Thomas Street, in front of which I snap-shotted Mortonius last fall—I mean the fall of ’23)... (Carta a Frank Belknap Long, 1 May 1926)

His card bore the name of Henry Anthony Wilcox, and my uncle had recognised him as the youngest son of an excellent family slightly known to him, who had latterly been studying sculpture at the Rhode Island School of Design and living alone in the Fleur-de-Lys building near that institution. (“La Llamada de Cthulhu”)

En este último edificio, además, hay una curiosidad, que el propio Lovecraft describió en una de sus obras. Uno de los relieves de la pared es vagamente semejante a una figura de una criatura marina como la descrita en la prosa de Lovecraft (con un poco de imaginación)

The bas-relief was a rough rectangle less than an inch thick and about five by six inches in area... It seemed to be a sort of monster, or symbol representing a monster, of a form which only a diseased fancy could conceive. If I say that my somewhat extravagant imagination yielded simultaneous pictures of an octopus, a dragon, and a human caricature, I shall not be unfaithful to the spirit of the thing. A pulpy, tentacled head surmounted a grotesque and scaly body with rudimentary wings; but it was the general outline of the whole which made it most shockingly frightful. (“La Llamada de Cthulhu”)

Justo al lado de estos edificios me encontré con el 187 de Benefit Street (la calle paralela a Prospect). Es esta casa fue el entierro de el padre de Lovecraft, y posteriormente, el del propio Lovecraft.

When I reached here at seven-thirty p.m. Friday my aunt was in a painless semi-coma, and it is doubtful whether she recognised me. . . . The end was so peaceful and unconscious that I could not believe a change had occurred when the nurse declared it final. Services will be held tomorrow at the Knowles Funeral Chapel on the ancient hill not far from here—and close to where my aunt and Dr. Clark lived in and around 1910. (Carta a James F. Morton, 5 July 1932)

Siguiente parada justo al lado: el 144 de Benefit Street es la morada del protagonista de “La Casa Maldita”. Hoy en día es un “Bed and Breakfast”.

Dr. Whipple was a sane, conservative physician of the old school... He lived with one man-servant in a Georgian homestead with knocker and iron-railed steps, balanced eerily on a steep ascent of North Court Street beside the ancient brick court and colony house where his grandfather—a cousin of that celebrated privateersman, Capt. Whipple, who burnt His majesty’s schooner Gaspee in 1772—had voted in the legislature on May 4, 1776, for the independence of the Rhode-Island Colony. (“La Casa Maldita”)

Al lado, en el 135, la citada “Casa Maldita”.

The house was—and for that matter still is—of a kind to attract the attention of the curious. Originally a farm or semi-farm building, it followed the average New England colonial lines of the middle eighteenth century—the prosperous peaked-roof sort, with two stories and dormerless attic, and with the Georgian doorway and interior panelling dictated by the progress of taste at that time. It faced south, with one gable and buried to the lower windows in the eastward rising hill, and the other exposed to the foundations toward the street. Its constuction, over a century and a half ago, had followed the grading and streightening of the road in that especial vicinity; for Benefit Street—at first called Back Street—was laid out as a lane winding amongst the graveyards of the first settlers, and straightened only when the removal of the bodies to the North Burial Ground made it decently possible to cut through the old family plots. (“La Casa Maldita”)

Decidí que ya era un buen momento para hacer una parada necesaria: que mejor día que hoy para comprar libros de Lovecraft en inglés. De forma que me metí en la librería de Brown, y me compré tres antologías de cuentos en los que prácticamente están todos los relatos de los mitos que ha escrito. Cuando iba a pagar, el cajero me comentó que si sabía que era de Providence. Le dije que si, y que estaba dedicándole el día a seguir sus pasos por Brown. Yo pensaba que me diría “¡qué bien! Es un plan genial, que pena que no se me haya ocurrido antes, iría contigo pero tengo trabajo”, pero simplemente me dijo, “interesante, nunca he leído nada de él, la verdad”. Maldito.


Todas las demás paradas en el camino quedaban muy lejos, y yo sin coche, como no, de forma que tenía reponer fuerzas. Me metí en un bar de Thayer (la calle con vida del campus, tiene la misma vida que la calle con menos vida de Santiago. Eso aquí es mucho) y me metí un Philly Cheese Steak entre pecho y espalda. Con la barriga llena y caliente, seguí mi camino. Lo agradecí, porque aquí ya ha llegado el frío. Iba con mi abrigo, dos camisetas, un jersey y mi sombrero (que bien suena decir eso) y tras caminar todo el día no tuve calor en absoluto en ningún momento; incluso en ciertos momento tuve algo de fresco.

Esta parada también me dio para reflexionar. Una de las pocas cosas que podría tener de interés Providence, y todo esto que estaba haciendo hoy me lo había currado yo buscando en internet. Ni placas, ni letreros, ni folletos, nada. Podían sacarle bastante más partido, y hacer un tour en condiciones. Dudo que la mayoría de la gente de Brown, por ejemplo, sepa quién es Lovecraft.

Me encaminé por Angell, otra de las calles principales del campus. La primera parada fue en el 276, donde vi uno de los edificios descritos en “La Casa Maldita”. Curiosamente, hoy en día es una residencia de ancianos.

William Harris, at last thoroughly convinced of the radically unhealthy nature of his abode, now took steps toward quitting it and closing it forever. Securing temporary quarters for himself and his wife at the newly opened Golden Ball Inn, he arranged for the building of a new and finer house in Westminster Street, in the growing part of the town across the Great Bridge. There, in 1785, his son Dutee was born; and there the family dwelt till the encroachments of commerce drove them back across the river and over the hill to Angell Street, in the newer East Side residence district, where the late Archer Harris built his sumptuous but hideous French-roofed mansion in 1876. (“La Casa Maldita”)

La siguiente parada era una de las que más esperaba. ¡La casa natal de Lovecraft! Busqué el 454 de Angell street, pero, como luego leí en la reseña de Internet, la casa había sido derribada hace tiempo. En su lugar hay un edificio corriente y moliente. Pero, una vez más, el destino me echo los trastos a la cara. Cuál sería mi sorpresa al ver la acera de enfrente y reconocer un edificio familiar. En el otro lado de la calle se situaba la oficina del Bank of America donde abrí mi cuenta al llegar a Estados Unidos. Tan solo a unos metros de distancia de donde Lovecraft había nacido. Esta calle (a esta altura) está ya lejos del campus, de forma que es una coincidencia bastante sorprendente. Pero como ya dije, estas cosas me pasan a menudo. Como dice Terry Pratchett, las posibilidades de una entre un millón ocurren una de cada nueve veces.

I was born on the 20th of August, 1890, at No. 454 (then numbered 194) Angell Street, in the city of Providence. This was the home of my mother’s family; my parents’ actual residence at the time being in Dorchester, Mass....In the mid-seventies, my grandfather transferred all his interests to Providence (where his offices had always been) & erected one of the handsomest residences in the city—to me, the handsomest—my own beloved birthplace! This spacious house, raised on a high green terrace, looks down upon grounds which are almost a park, with winding walks, arbours, trees, & a delightful fountain. (Carta a Reinhardt Kleiner, 16 November 1916)

Un poco más adelante, en el 598, me encontré con la segunda casa de Lovecraft, a la que se tuvo que mudar cuando su economía familiar se derrumbó tras la muerte de su abuelo materno.

In 1904 the death of my beloved maternal grandfather broke up the home at 454 Angell St., and caused my mother and myself to take our present smaller quarters at No. 598 on the same thoroughfare. (Carta a Maurice Moe, 1 January 1915)

Ya lejos, bastante lejos del campus, me encontré con la escuela a la que había asistido Lovecraft de niño. No pude hacer muchas fotos, porque que un adulto con sombrero fotografíe una escuela primaria puede dar lugar a malentendidos y situaciones incomodas.

It was in 1898 that I first attempted to attend school....I entered the highest grade of primary school, but soon found the instruction quite useless, since I had picked up most of the material before. However, I do not regret the venture, since it was in dear old Slater Avenue (alas—to be abandoned next year!) that I made my only childhood friendship—that with Chester & Harold Munroe...In 1902 I again attempted school; & singularly enough, I went to the same old Slater Avenue edifice, which had now acquired a grammar department in addition to the primary grades. (Carta a Reinhardt Kleiner, 16 November 1916)

El siguiente punto que visité estaba lejos no, lejísimos. Se trataba del Butler Hospital, un hospital y psiquiátrico en el que murieron tanto el padre como la madre del autor. El primero murió loco a causa de la sífilis, y la segunda ingresó en el hospital tras un colapso nervioso, permaneciendo en el hospital hasta su muerte por culpa de complicaciones en una operación de vesícula biliar. Es un lugar precioso, amplio, con muchos edificios de ladrillo rojo. Las hojas de los arboles estaban rojas y medio caídas por el otoño, y la escena era extrañamente relajante. Recogí una hoja de arce roja de forma perfecta que encontré cerca del hospital.

Por fin, el destino final del camino. Había visto donde se había criado Lovecraft, sus lugares favoritos, los edificios de algunos de sus relatos, donde vivió, donde estudió, incluso donde fue su entierro. Era hora de ver su lugar de reposo final.

Llegué al cementerio de Swan Point tras una buena caminata. El cementerio es un lugar digno de ver, una visita recomendada para cualquiera que esté en Providence. Es enorme, con unas tumbas muy bonitas, un estanque, amplias calles, banderas que marcan las tumbas de soldados caídos en batalla, muchísimos árboles, árboles enormes, robles, secuoyas. Tenía las instrucciones para llegar a la tumba, si no la hubiera buscando inútilmente.


La tumba es muy modesta. La que había originalmente era más modesta todavía, una lapida común con sus padres. Un grupo de filántropos en 1977 decidieron comprar una lápida para Lovecraft. En la tumba reza la inscripción “I AM PROVIDENCE”, una frase de una de sus correspondencias personales con sus amigos.

La tumba tiene también su anécdota macabra: el 13 de Octubre de 1997 una persona o grupo de personas intentó, aparentemente, desenterrar el cadáver de Lovecraft. El cuerpo de Lovecraft no está justo debajo de su lápida, de forma que los saqueadores cavaron casi un metro, y se fueron sin causar más daños. El agujero se descubrió a la mañana siguiente, y la única evidencia que se encontró de los saqueadores fue una huella de pie.

Una vez allí, me quité el sombrero (una muestra de respeto) y contemplé su tumba. Tenía unos cuantos trastos encima: desde un bolígrafo, a una púa de guitarra, hasta una moneda de cinco céntimos de euro (¡?). Yo no quería contribuir a llenar la tumba de porquería, así que le dejé la hoja de arce rojo que encontré cerca de donde había muerto sus dos padres, que están enterrados a su lado. Leí un poco de una de sus obras (que llevaba cargando todo el día), y me fui a casa.

Por cosas del destino, yo, que siempre me pierdo, llegué a casa por el camino más recto. Sabía los nombres de las calles, pero no sabía dónde estaban. Pues bien, tomé dos desvíos. En ambos no pude consultar el nombre de la calle (aquí está todo señalizado como el culo). Y en ambos, tras una buena caminata ya asumiendo que me había perdido, resultó que había tomado la calle correcta que tenía que tomar desde el principio. Esto no sería raro de no ser porque, como he dicho, estaba realmente lejos de casa. Lo más gracioso fue cuando, en una de estas calles, mire a mi izquierda y me encontré con esto:

The late Prof. Upton of Brown, a friend of the family, gave me the freedom of the college obseratory, (Ladd Observatory) & I came & went there at will on my bicycle. Ladd Observatory tops a considerable eminence about a mile from the house. I used to walk up Doyle Avenue with my wheel, but when returning would have a glorious coast down it. (Carta a Reinhardt Kleiner, 16 November 1916)

Me sonaba mucho, y cuál sería mi sorpresa que el destino había puesto, una vez más, la guinda final a mi día lovecraftiano. Una última parada en la ruta: el observatorio Ladd, muy apreciado por Lovecraft, y delante del cual todos los años se celebra un servicio religioso conmemorando su figura. Tengo que enterarme cuando es este año.

Y este fue el final del día. Una forma agradable de romper con la monotonía de este lugar.

Y ya veremos que me depara el destino la semana que viene.


16 comentarios:

Mente Purulenta dijo...

Madre de dios!!! Pedazo posts...

No sabía que fuera tan aburrida la vida en Providence, pero desde luego dudo mucho que tengas tiempo para el aburrimiento haciendo trabajos de investigación para Brown y la Progenie.Tienes Planta de escritor (ah-ah-ah, frase dicha llevándome la mano al esternón como si me estuviese partiendo la zona inferior de mi caja torácica, haciendo ver lo malo que es mi juego de palabras para variar).

^_^

cousa pequena dijo...

Muy interesante, gran idea para un paseo... siempre me llama la atencion que se conserven las casas calles , etc desde hace tanto tiempo y parece que sin grandisimos cambios... Unas calles muy chulas en las fotos... supongo que es lo que tienen los extranjeros... eso si un poco aburridos son...
Desde que lei esto me lleva dando vueltas a la cabeza un libro que yo pense que era de Lovecraft, pero no estoy muy segura, intente mirarlo, pero claro, sin saber el titulo seguro es un poco complicado... se llamaba El Teror o algo asi y es un diario de un suceso en un pueblo donde estan amenazados hasta el punto de no salir de casa, pero nunca se llega a saber exactamente que pasa... ( hace tiempo que lo lei).. Alguna idea? Me acuerdo poque es de los pocos libros que de verdad me dieron miedo al leerlos... muy bien escrito...

Planta dijo...

Mmm, creo que no es de Lovecraft. Al menos no reconozco el título y la premisa no suena muy lovecraftiana. Si quieres comenzar por Lovecraft te recomiendo "el caso charles dexter ward", es de lo mejor que ha escrito. Si no te gusta, muy probablemente no te gustará el resto de lo que ha escrito.

Planta dijo...

Mmm, espera, a lo mejor se trata de "la sombra sobre innsmouth". Trata de un pueblo y, sí, algunos de sus habitantes no pueden salir a la calle por el miedo de lo que pueda pasar.

3872 Orcos dijo...

"A mitad de semana ideé un plan para escapar del hastío de este lugar. Me pasaría el sábado recorriendo esta ciudad tras el rastro de Lovecraft. Un día puramente Lovecraftiano"

Non nos creemos nada de nada.

Imaxinámonos máis ben a un pequeno freaki memorizándose relatos de Lovecraft (curioso nome para un escritor oscuro), durante anos reunindo todas as direccións dos libros, decidíndose a estudar inglés para, nun futuro, poder renunciar a unha beca en Kent para ir a Providence... comportarse de maneira uraña no departamento ata conseguir que os amigables compañeiros consideren ao novo un caso perdido, dispor así de todo o tempo do mundo para organizar o sábado de Lovecraft co que tanto tempo antes, un adolescente cheo de acné se imaxinara mentras lía "Las Montañas de la Locura" tumbado na cama da súa casa.

Por outra parte parece un claro caso Almodovar, triunfar fora para ser ignorado na casa. Vamos Peeeedrooo!

Paiaso de Asalto dijo...

Curiosa e interesante la vida y obra de este autor y del "club" que creó a su alrededor, donde se escribía con sus amigos e intercambiaban sus relatos.

Yo, desde las ruinas de la Biblioteca de Asalto (su destrucción es otra historia), recomiendo a nuestros fieles lectores: "Pigeons from Hell" de Robert Ervin Howard, amigo de Lovecraft y famoso por crear a Conan el Cimerio.

http://arthursclassicnovels.com/arthurs/howard/pighell10.html

(en español no lo encuentro)

cousa pequena dijo...

Ahhhh.... Lo encontre!!, dios!!, le llevo dando vueltas desde que lei esto... y ademas siempre me pasa cuando pienso en Lovecraft .. y no, no era de el es " el terror" de Arthur Machen.. lo recomiendo. De Lovecraft me lei unos cuantos relatos tambien, pero gracias por la sugerencia, igual tendre que releer algo... no se por que me lio con ese libro!

EL OBISPO dijo...

Interesante, nunca he leído nada de él, la verdad

EL OBISPO dijo...

Me hizo gracia la frase, y siendo cierto en mi caso, me la quiero otorgar como una medalla de guerra que no me pertenece.

Brillante planta, como siempre.

P.D: EL toque romántico de ponerte a leer algo de él cerca de su tumba le resta el punto ganado al respeto sombreril que mostraste al llegar al camposanto.

SIMON LOPEZ dijo...

FANTASTICA HISTORIA... GRACIAS!!!

SIMON LOPEZ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mente Purulenta dijo...

Esta es la segunda vez que me intento leer el post entero y la segunda vez que fallo en ello, aunque creo que de esta vez he leído más. Acabo de volver del "super" concierto de un grupo de pop español de los 80-90 en la Quintana y me estoy tomando unos cereales con yogur muy a mi pesar, porque la leche me sienta mal, así que esto es lo que hay...

Llevo casi un año viviendo con la Planta (y con Daniel Craig...batiendo todos los records! personales y ajenos) y a estas alturas pienso que no conozco bien a nadie y que probablemente nadie me conozca bien a mi...joder, como me desvio del tema...me han drogao fijo!

Pues eso, que no sé qué quería decir. Vaya, acaba de llegar Daniel Craig. Voy a saludarlo así que ya seguiré escribiendo en ORTO momento. Creo que lo que quería decir es que la Planta es un ser vegetal interesante, pero está muy absORTO en su tesis, así que habrá que esperar a que la termine para tener una charla amena y distendida delante de una garimba y blablabla...en serio, necesito dormirla un poquito...quien me mandaría encender el ordenata?!

Good night!

Mente Purulenta dijo...

Hola otra vez! :)

Pues nada, que no doy dormido lo necesario...Lo que estaba diciendo a las tantas de la madrugada (con idas de olla por el medio) era que me parece muy interesante este post. La Planta esconde bajo sus raíces cantidades insospechadas de cultura. Lovecraft no es un autor que yo conozca bien, bueno la verdad es que todo lo que no sea fútbol, ACDC, horóscopos o SuperDepor es un tema profano para mi. De todos modos siento admiración por gente como Lovecraft y Poe, just for the sake of it...

En fin, desde aquí quiero enviarle todo mi apoyo a la Planta para que haga ese último esfuerzo y se quite la tesis de encima para poder hacer su vida de Doctor House con toda tranquilidad.

Go, Plant, Go! We love you!

:)

Planta dijo...

Voy a comentar lo que ha dicho Mente Purulenta utilizando exclusivamente algunas de mis expresiones favoritas:

-Estos coruñeses... siempre jodiendo [sustitúyase coruñeses por cualquier gentilicio, nacionalidad o etnia]

-Qué fulano...

-Joer, que crack...

-Excelente...

Daiana Z dijo...

Que suerte...A mi me gustaria poder recorer los lugares de lovecraft LO AMO verdaderamente. En mi brazo derecho tengo su nombre completo tatuado es una forma de hacerle mi tributo para el ...Lovecraft el el mejor y su historia personal es muy interasante.

3872 Profundos dijo...

joder, el fenómeno fan es la hostia. Daiana Z, tú sí que eres ESPECIAL, y no esos frikis de pacotilla que ven Star Wars... frikis? por qué? si son unos más de entre 500 millones de personas!